Sinopsis:
Tras el arrollador éxito de Hierba, Keum Suk Gendry-Kim aborda otro trauma histórico de su país: el de las familias separadas tras la división de Corea y la guerra de 1950.
Tras la segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y la URSS se repartieron el territorio cercano, dividiéndolo por el Paralelo 38, una frontera artificial que provocó una guerra entre 1950 y 1953. En la guerra de Corea, gran parte de la población del norte del país inició un éxodo que separó a muchas familias. Una de estas vidas mutiladas fue la de Gwija, una mujer que ha esperado durante siete décadas, deseando reencontrarse con su marido y su hijo mayor, y que se aferra a una esperanza: volver a verlos gracias a un programa gubernamental que favorece la reunificación de las familias.
Keum Suk Gendry-Kim se ha inspirado en la historia de varias abuelas surcoreanas para trazar una novela gráfica basada en hechos reales que denuncia los crueles golpes de la historia.
Nuestra opinión sobre La espera:
Al igual que Maus, obra cumbre de la novela gráfica, y como ya hiciera en su otra novela Hierba, la autora nos presenta un testimonio gráfico de unos hechos históricos que sacudieron su país de origen.
Por ello, además de merecer elogios por un argumento que engancha al lector de principio a fin (se lee de un tirón), del mérito de sus sencillas pero muy expresivas ilustraciones, también es de justicia reconocerle un interés didáctico, puesto que induce al lector a conocer un episodio de la Historia poco conocido.
Una emocionante historia basada en hechos reales
Aunque se trata de un relato de ficción, está basado en historias reales, como la misma autora explica en las últimas páginas. Ella misma ha vivido en primera persona, a través de su madre, el drama de la separación de las familias con motivo de la división de Corea provocada por la guerra que se inició en 1950. Este artículo recoge su testimonio.
La protagonista de la novela es Gwija, una anciana coreana que nos recuerda a nuestros mayores. Será su peripecia vital la que iremos siguiendo, desde su infancia hasta la actualidad (2018), en que a pesar de su avanzada edad, sigue alimentando la ilusión de trasladarse a Corea del Norte para reencontrarse con sus familiares.
Empieza la narración la propia autora en primera persona, para dar luego la palabra a su madre que es quien nos irá contando los episodios vividos en un conmovedor relato, pero cuyo realismo queda salvaguardado al no caer en el sentimentalismo.
Keum Suk Gendry-Kim en esta entrevista concedida a El Mundo explica qué la motivó a escribir la historia y cuáles son las vivencias que comparte con ella.
De las ilustraciones cabe destacar su enorme fuerza, conseguida con pocos trazos pero que consiguen una expresividad excepcional. Sin color, en blanco y negro, valiéndose sólo de la combinación de trazos sensibles y duras sombras, consigue hacernos evocar todo un mundo. Al acabar la lectura sentimos que hemos estado inmersos en los diferentes escenarios mostrados.
La obra ha cosechado un buen número de galardones. Entre otros, los premios: Freeman Awards, YALSA Book Award, Cartoonist Studio Price y Prix BDGest. También ha resultado finalista en los Harvey Award, y en LA Times Book Price.
Ha sido elegido como mejor cómic del año por The Washington Post, Forbes y Publishers Weekly.
Sobre Keum Suk Gendry-Kim:
Keum Suk Gendry-Kim nace en Corea en Corea del Sur en 1971 y estudió Bellas Artes en la Universidad de Seúl. En Francia, donde vivió casi 20 años, completí su formación artística en l’École Supérieure des Arts Décoratifs de Estrasburgo.
Se inició profesionalmente ilustrando libros infantiles y traduciendo libros, actividad que compaginó con la creación de sus propias historias.
Su primera novela gráfica fue El árbol desnudo, que relata una historia de amor en un país, Corea, que aún no se ha recuperado de los terribles efectos de la guerra.
Con Hierba, su segunda novela gráfica la autora ha obtenido el aplauso unánime de la crítica y del público. Además, ha sido reconocida con los reconocimientos mencionados en la sinopsis.
Su última obra es La espera, que tiene como trasfondo la profunda cicatriz que supuso la división de Corea y el anhelo del pueblo coreano de reencontrarse con sus seres queridos. Gwija, una anciana de 92 años, es el personaje que refleja esta realidad.
